
Cierto día los seres creadores andaban paseando por el mundo contemplando la creación de sus manos, se sentían muy orgullosos de haber creado al hombre, de haberlo dotado de inteligencia, fuerza, creatividad, raciocinio, sentimientos y muchos atributos más.
Maravillados observaban como el hombre era capaz de hacer un edificio que casi llegaba a las nubes, o de construir un automóvil que luego conducirían a 400 kilómetros por hora, o crear una bomba atómica que puede matar a millones de personas a la misma vez.
Ellos estaban muy alegres de todo lo que veían, pero por causa del cansancio no podían contemplar de forma completa su más valiosa creación. Todos se sentían muy cansados de su labor creadora y quisieron tomar un descanso, pero ninguno se quería quedar a vigilar a los hombres sino que todos querían ir a descansar. Ninguno quiso tomar el turno para cuidar a los humanos.
Maravillados observaban como el hombre era capaz de hacer un edificio que casi llegaba a las nubes, o de construir un automóvil que luego conducirían a 400 kilómetros por hora, o crear una bomba atómica que puede matar a millones de personas a la misma vez.
Ellos estaban muy alegres de todo lo que veían, pero por causa del cansancio no podían contemplar de forma completa su más valiosa creación. Todos se sentían muy cansados de su labor creadora y quisieron tomar un descanso, pero ninguno se quería quedar a vigilar a los hombres sino que todos querían ir a descansar. Ninguno quiso tomar el turno para cuidar a los humanos.
Decidieron echar suerte para así poder decidir sobre quien caería la responsabilidad de cuidar a los hombres mientras los otros dioses descansaban. Solo debían vigilar que todo marchara bien, pero ninguno quiso tomar esa responsabilidad.
Era una tarea muy simple que constaba solo de dos cosas fundamentales, la primera era solo vigilar nada más a los hombres, sin intervenir, ni hacer nada que pudiera cambiar el curso de la historia; la segunda era aun más fácil solo era tomar nota de todos los nuevos inventos que los hombre hicieran, era una tarea muy básica pero nadie se atrevía a hacerla por causa del cansancio.
Mientras todos los dioses peleaban entre ellos para ver si alguien tomaba esa responsabilidad se oyó la voz del dios de la estupidez que decía yo los cuidare, al cual nadie había invitado al paseo ni a la reunión. Todos sorprendidos y un poco confundidos se reunieron en asamblea para deliberar si podían o no aceptar la propuesta del dios de la estupidez, pero no lograban concentrarse en el asunto por causa del cansancio y decidieron todos unánimes aceptar la propuesta del dios de la estupidez.
Mientras todos los dioses peleaban entre ellos para ver si alguien tomaba esa responsabilidad se oyó la voz del dios de la estupidez que decía yo los cuidare, al cual nadie había invitado al paseo ni a la reunión. Todos sorprendidos y un poco confundidos se reunieron en asamblea para deliberar si podían o no aceptar la propuesta del dios de la estupidez, pero no lograban concentrarse en el asunto por causa del cansancio y decidieron todos unánimes aceptar la propuesta del dios de la estupidez.
es un aparadoja de la realidad si se podria decir......
ResponderEliminaren realidad me gustó mucho, refleja la realidad de algunos dirigentes de nuestra era.
ResponderEliminarun profunda parabola de lo que somos...
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